Demencia y su valoración neuropsicológica

El notable aumento de los casos de demencia en la población obliga a readaptarse a esta nueva realidad y abogar por la realización de una buena valoración de las funciones cognitivas.
Hace ya unos meses que a J. R. le cuesta cada vez más encontrar la palabra exacta para pedir un artículo en el supermercado o denominar un artículo y tiene problemas para recordar eventos recientes a los que ha acudido. Conforme pasa el tiempo, esos problemas se agravan y aparecen otros nuevos como la desorientación o la fluctuación de la atención.
Pero, además de las citadas manifestaciones cognitivas, se unen otras de carácter funcional (déficit en actividades instrumentales de la vida diaria como el manejo de dinero o la limpieza del hogar y en sus aficiones) o conductual (se muestra más irritable, retraído y sin iniciativa para actividades que anteriormente realizaba).
Su esposa comenzó a apreciar esas dificultades y, ante la preocupación de que le estuviera pasando algo a J. R., concertó una cita con el neurólogo, quién puso nombre y apellidos a ese conjunto de dificultades: Demencia tipo Alzheimer. El facultativo le recomendó ir a un psicólogo especialista en Neuropsicología que valorase a J. R. para conocer en qué situación se encontraba en los aspectos cognitivo, afectivo y conductual, y establecer una intervención pormenorizada que permitiera frenar o paliar el avance del trastorno neurocognitivo.
El caso real descrito unas líneas antes es el prototipo de demencia más común en la población, existiendo otros tipos que cursan con diferente sintomatología. Pero todas tienen un factor en común: las alteraciones en las funciones cognitivas. Son las funciones cerebrales superiores que permiten entender, desenvolverse y relacionarse con el mundo: la orientación, la atención, la memoria, el lenguaje (comprensión, denominación, repetición y expresión), las funciones ejecutivas (planificación, organización, razonamiento, etc.), las gnosias (reconocimiento de objetos, personas o lugares a través de los sentidos), las praxias (los patrones motores adquiridos para realizar un objetivo) y las habilidades visoespaciales (la capacidad de representar, analizar y manipular objetos en la mente).
Valoración neuropsicológica
Dependiendo del tipo de demencia, se encontrarán alteradas unas u otras y es en este punto donde una buena valoración permitirá detectar las capacidades alteradas y las conservadas, con el fin de establecer un plan de intervención.
IMQ Igurco es consciente de la importancia de una evaluación neuropsicológica funcional y exhaustiva, que detecte de forma precoz los síntomas cognitivos derivados del diagnóstico de demencia, para establecer los cimientos de una intervención individualizada, con objetivos específicos y que permita paliar el avance de la enfermedad a través de una adecuada y beneficiosa estimulación cognitiva.
Además de lo anterior, no sólo hay que tener en cuenta el ámbito cognitivo ya que, de los déficits provocados por la demencia, pueden verse afectadas otras esferas como la funcional y la afectiva. Y, al ser un psicólogo especializado en Neuropsicología quien realiza la valoración y la intervención, qué mejor profesional para abordar las posibles consecuencias psicológicas derivadas de dicha enfermedad.

 

Un artículo de Pedro A. Cachero Rodríguez,
Psicólogo Residencia IMQ Igurco Zorrozgoiti

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